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San José del Golfo, Guatemala. 

El municipio de San José del Golfo dista de la capital guatemalteca unos 25 km. Aproximadamente a 1 km. de San José, se encuentra el lugar conocido como La Puya. Los pobladores de las comunidades afectadas por la minería se instalaron en un plantón permanente contra la mina “El Tambor” Progreso VII Derivada, propiedad de la empresa Kappes Kassiday & Assocciates (KCA) con sede en EE.UU, representada en el país por EXMINGUA. 

El 04 de marzo de 2012 se inicia el bloqueo del portón de ingreso a la mina, sin embargo, las personas del lugar tenían ya varios años de un proceso de formación, información y concientización sobre los efectos de la minería. Se instalaron haciendo turnos de 24 horas por grupos para custodiar el ingreso y no permitir la operación de la mina, que para ellos era ilegal y letal. 

Han sufrido dos intentos de desalojo siendo el más violento el 23 de mayo de 2014, cuando a raíz de los nexos de la corrupción imperante en el país entre el gobierno y los empresarios de la mina, enviaron un contingente de unos 300 policías, con un saldo de 26 heridos, la mayoría ancianos y mujeres. En los años de existencia de la resistencia “ha habido amenazas y multimillonarias inversiones para desprestigiar a las comunidades, intentos de asesinato a líderes comunitarios, desalojos violentos, división de las familias cuando unos están a favor y otros en contra, también daños materiales.  


La participación, la visibilización y la resistencia de las mujeres ha sido fundamental, una mujer bloqueó con su vehículo el portón de la mina, una de sus líderes sufrió un atentado que casi la mata, las mujeres al frente cuando llegaban los empleados de la mina a crear confrontación y los antimotines en intentos de desalojo, las mujeres cocinando, recibiendo a la gente, en la misa de cada primer domingo de mes.

 Las mujeres también sufren los efectos de la migración de sus esposos, hijos y otros familiares. Se tiene conocimiento que del municipio de San José del Golfo emigra población principalmente hacia los EE.UU., dejando a las mujeres al cuidado de los bienes, de los hijos y en algunos casos de familiares del migrante. Para la gente es difícil la vida y obtener buenas cosechas por efectos del cambio climático, la falta de agua y los efectos que la minería traería a los territorios. No hay más esperanza que emigrar, incluso con los riesgos que esto representa. 

En el 2017 la Corte de Constitucionalidad de Guatemala ordenó la suspensión de los trabajos de la mina y la realización de una consulta comunitaria, pero ellos esperan la cancelación definitiva de la licencia de exploración y explotación, por este motivo en la actualidad, a pesar de estar suspendida la actividad minera, la gente no se mueve del lugar. 

Como JPIC de la Familia Franciscana los hemos conocido y acompañado en diferentes momentos, compartido sus alegrías y sus dolores. Gente sencilla que inspira y que ha tenido que aprender lenguaje técnico para contrarrestar el discurso de la minera. Gente de fe que sabe que Dios acompaña su lucha y que está presente en medio de ellos. Se aprende tanto en de ellos el caminar, haciendo turnos con ellos en el lugar del plantón permanente, cocinando en su cocina de leña, escuchando sus conversaciones y su música. 

En el marco del 3er. Congreso Franciscano Misionero, realizamos una visita acompañados de algunos frailes de JPIC de las provincias de México y Estados unidos. Celebramos los logros de la resistencia pacífica de La Puya e hicimos causa común, pues constituyen un triunfo popular en la defensa del territorio y en la búsqueda por garantizar los derechos a la vida, al agua y los derechos de la madre tierra, el cuidado de la creación. 

Brenda Peralta 
Coordinadora de la Comisión JPIC
Familia Franciscana en Guatemala