Entre el 10 y 27 de diciembre de 2023, seis frailes y una hermana franciscana pasaron la época navideña con algunas comunidades del municipio de Puerto Leguízamo, departamento de Putumayo, Colombia. Durante este apostolado navideño liderado por el Movimiento “Laudato Si”, 150 indígenas, campesinos y afros participaron en varias actividades religiosas y compartieron sus sabidurías ancestrales. Esta misión es una de las actividades que busca consolidar la Ministerialidad de la Casa Común en la Amazonia colombiana y custodiar la cultura de los habitantes de la selva.
El Movimiento “Laudato Si” acompaña y forma al pueblo de Dios que peregrina en bioma amazónico para hacer realidad “Mi Querida Amazonia”, un anhelo del Papa Francisco basado en cuatro sueños: social, ecológico, cultural y eclesial. Además, junto con la Comunidad Franciscana de la Provincia de la Santa Fe de Colombia se organizó un apostolado navideño para vivir la gran fiesta de la natividad con las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas de la región
El apostolado navideño del departamento del Putumayo fue realizado entre el 10 y 27 de diciembre de 2023 en algunas comunidades ribereñas de los ríos del Putumayo y Caquetá que hacen parte del bioma Amazónico Colombiano. Seis frailes franciscanos, Fray Carlos Andrés García, OFM; Fray Yorgen Marciales, OFM; Fray Santiago Ramos, OFM; Fray Sebastián Barahona, OFM; Fray Juan Guillermo Dávila, OFM y Fray Jairo Santiago González, OFM; y Carolina Pardo, hermana franciscana de Nuestra Señora de Lourdes; fueron designados para liderar la actividad.
“Esta misión y todo su proceso tiene como propósito consolidar la Ministerialidad de la Casa Común en el bioma amazónico colombiano para hacer realidad los cuatro sueños en la Amazonia del Papa Francisco”, informaron los líderes religiosos.
Navidad en la selva
Los primeros tres días del apostolado navideño tuvieron como epicentro la zona urbana de Puerto Leguízamo, donde participaron de una inducción por parte de Monseñor Joaquín H. Pinzón, Vicario Apostólico de Puerto Leguízamo – Solano y su equipo pastoral.
Los hermanos fueron invitados a la Asociación de Autoridades Tradicionales y Cabildos de Pueblos Indígenas y Alto Resguardo Predio Putumayo (ACILAPP), donde conocieron la sabiduría ancestral de los taitas en torno al mambo y la fraternidad.
Luego de la inducción, el grupo viajó al corregimiento Mecaya para conocer a la población nativa, campesina y afro de la región. En este sitio, ubicado a una hora en carro y tres horas en lancha por el río Caquetá, se llevó a cabo la misión de Navidad.
El grupo se dividió en dos: tres hermanos y la hermana en el primero, quienes estarían con la comunidad nativa que pertenece a la etnia de los Coreguajes; y los tres frailes restantes en el segundo.
“En la mitad de la misión, el primer grupo se iba a intercambiar con el segundo. De esta manera, ambas comisiones podían tener conocimiento de las dos realidades en el territorio, es decir tanto campesinas como nativas”, dijo Fray Jairo Santiago González.
La experiencia en Mecaya fue más litúrgica. Durante las tardes, los hermanos compartieron con los niños de la zona y en las noches rezaron la Novena de Navidad con una celebración eucarística.
“También fue muy interesante nuestra presencia en la parroquia de San Francisco de Asís. La comunidad nunca había podido compartir con un franciscano a pesar de que la parroquia tiene el nombre del santo de Asís”, aseguró González.
En las mañanas, los franciscanos tuvieron la oportunidad de visitar las diferentes casas y negocios del corregimiento, donde escucharon las penas y los dolores de la comunidad fruto de los años de guerra y narcotráfico.
Según González, en la comunidad de Jericó Consaya los franciscanos vivieron dos momentos: uno con una dimensión femenina y el otro con una masculina. “El primer grupo de franciscanos estaba acompañado por la hermana y por eso se puede decir que el compartir cotidiano fue principalmente con las mujeres y niños de la comunidad”.
Esto les permitió conocer la cotidianidad en medio de los trastes de la cocina, la estufa, los tejidos de las artesanías y la vida en el río. “El segundo grupo pudo compenetrarse con los oficios de la cotidianidad de los hombres, como por ejemplo el deporte”.
En este pueblo indígena, los misioneros también pudieron vivir de forma especial el tiempo preparatorio para la Navidad, rezando la Novena de Aguinaldos y celebrando la Eucaristía.
“También se visitaron las casas de los habitantes haciendo oración y bendiciendo los hogares. En todo el apostolado navideño participaron aproximadamente 150 personas, las cuales conforman la comunidad coreguaje”, precisó González.
En las celebraciones navideñas, las mujeres y los niños realizaron las danzas tradicionales del territorio. El 24 de diciembre, toda la comunidad se reunió en la plaza pública y se danzó, una actividad que no realizaban desde hace más de ocho años.
Para los franciscanos, esta experiencia donde se realizaron cinco bautizos, fue muy significativa. Aseguraron que pudieron responder de cierto modo al llamado de la iglesia realizado en la exhortación apostólica “Mi querida Amazonia”.
“El apostolado navideño nos permitió conocer sus sabidurías ancestrales. Este acompañamiento es muy importante porque les permitirá custodiar sus tradiciones y cultura”, concluyó Fray González.