La mañana del 4 de junio de 2024 las principales calles de la capital salvadoreña, San Salvador, las mismas en las que un día caminó el santo y mártir Oscar Arnulfo Romero, se pintaron de café, amarillo, verde y blanco.
El sector de iglesias, en las que se incluye la familia franciscana, junto a organizaciones ambientalistas realizaron la Caminata Ecológica con el lema: “La Casa Común resiste y exige justicia ambiental”, en su vigésima cuarta edición.
El Parque Cuscatlán, ubicado en el centro capitalino, fue el punto de encuentro. La hora prevista era las 8:00 am. Por ello, desde tempranas horas empezaron a llegar cientos de cristianos, evangélicos y católicos, organizaciones sociales, ambientalistas, estudiantiles, sindicales, de mujeres, entre otras.
La conmemoración del Día Mundial del Medio Ambiente inició con las palabras de bienvenida, se tuvo un acto ecuménico y luego la conferencia de prensa en la que se leyó el Comunicado preparado por los organizadores. Minutos después, una nutrida columna de personas empezó a caminar con pancartas en mano.
Durante el recorrido resonaron diversas voces con cantos, consignas, reflexiones, protestas y gritos de esperanza. En el comunicado se denunciaban las diversas formas de ecocidio: “la disputa entre la vida y los intereses de sectores que persiguen el lucro particular a costa de la vida de los territorios salvadoreños”. Era la descripción de una situación ambiental local que vale para la situación mundial. A esta descripción, el papa Francisco en su Exhortación Apostólica Laudate Deum n.20 la llama “paradigma tecnocrático que está detrás del proceso actual de degradación del ambiente”.
El sol abrazador y la temperatura en aumento no fueron impedimento para que la alegría y el júbilo de la lucha por la vida se hicieran presentes en aquella marcha cuyo destino final era la Asamblea legislativa compuesta por sesenta diputados. A su llegada, Vidalina Morales, líder ambientalista, aseguró que se lucha por “el derecho a un ambiente sano, el derecho humano al agua, el derecho a vivir en territorios libres de contaminación, libres de minería metálica”.
Un vehículo portaba una imagen de san Francisco de Asís, patrono de la ecología, adornada artísticamente con flores del lugar. En el Palacio legislativo, la comitiva fue recibida por una sola diputada, Claudia Ortiz, a quien se le entregó la pieza de correspondencia en el que se solicita aprobar la Ley de Cambio Climático presentada en el año 2016 de tal forma que se “garantice y fomente la mitigación, adaptación frente al cambio climático y la atención a los daños y pérdidas”. Al respecto, para el papa Francisco “las soluciones más efectivas no vendrán sólo de esfuerzos individuales sino ante todo de las grandes decisiones en la política nacional e internacional» (Laudate Deum n.69).
Así concluía aquella conmemoración. En el encabezado del referido comunicado se leía un texto de san Oscar Romero: “Este es el pensamiento fundamental de mi predicación: nada me importa tanto como la vida…”.